1.850 – El hada

jose_antonio_ayala  Se consideraba una muchacha desgraciada, pero en absoluto resignada con su situación. El comienzo de su vida no había podido ser más triste: se había quedado huérfana a los pocos años y había sido adoptada por compromiso por algunos parientes lejanos y al poco tiempo internada en un hospicio más bien sórdido. De allí la había sacado una bondadosa, pero exigente señora para tomarla a su servicio. Y esa había sido su vida desde entonces: trabajar, comer y poco más. Ni tenía familia, ni amigos, ni ilusiones, pero todo ello la rebelaba y tenía la esperanza de que algún día encontraría la justa compensación a sus tristezas y miserias.
Y su esperanza no fue vana. Un día que estaba sola en la casa, sacando brillo, como siempre, a muebles y suelos que no eran los suyos, se le apareció una hermosísima mujer, toda vestida de blanco, de rostro muy bondadoso y con una varita en la mano.
-Soy el hada de tu guarda -le dijo-. Me ha conmovido tu desgracia, tus trabajos, tu soledad, y estoy dispuesta a darte lo que quieras, lo que más te guste con mi varita mágica.
La muchacha guardó silencio y bajó los ojos humildemente. El hada admirada por su modestia y su recato se propuso hacerle espléndidos regalos. -Mira, qué bonito vestido para ti, y varios más para que puedas cambiarte. Y una casita pequeña, para ti sola, mira por la ventana y la verás en la ladera de aquel monte; y un coche, para que puedas viajar, y…
El hada miró a la muchacha y observó que ninguno de estos regalos parecía hacerle ilusión. Le preguntó entonces qué era lo que ella prefería, que fuese lo que fuese estaba dispuesta a dárselo. -¿Sí? -dijo la muchacha, saliendo de su mutismo-. Quiero tu varita mágica.

José Antonio Ayala
Chispas. Editora Regional. Murcia.2005