2.018 – Peligros de la intimidad

angelamartinez  La mujer desnuda, con toda la impudicia del deseo saciado, se vuelve sobre el lecho para mirar, en la semioscuridad de la madrugada, al hombre que está a su lado.
Con un casi imperceptible gesto de hastío, ella le señala sus ropas, tiradas descuidadamente en una silla, y se duerme.
El joven obedece la silenciosa orden de partir; pero ya vestido, antes de marcharse definitivamente, se inclina un momento sobre la hermosa cabeza rendida.
Horas más tarde, cuando el sol golpea los ventanales de la habitación, la mujer continúa acostada, inmóvil, mientras la doble sonrisa roja del limpio tajo que va de una a otra de sus bellas orejas, se derrama sobre la almohada perfumada.

Ángela Martínez
Por favor, sea breve. Ed. Páginas de espuma. 2001