2.051 – Éxtasis

alonso ibarrola  El enfermero del sanatorio psiquiátrico me introdujo en una habitación. «El lo llama celda«, me aclaró. las ventanas estaban cerradas herméticamente y el sol radiante del exterior no encontraba resquicio alguno. Mi hermano estaba arrodillado sobre un reclinatorio, el mismo que compró estando con nosotros en casa y que hubimos de trasladar al sanatorio cuando el doctor decidió su ingreso aquí. De esto ya hace un año. Hoy me han permitido visitarle. Con los ojos muy abiertos, mirando Fijamente a una imagen piadosa que cuelga de la pared y con la única y exclusiva iluminación de una vela, no parece darse cuenta de mi presencia… No me atrevo a interrumpir su soliloquio. En casa lanzaba furiosos denuestos contra nuestra madre, cuando ésta interrumpía sus soliloquios, para anunciarle que la comida estaba en la mesa. El día que se subió sobre ella -cumplía años nuestro padre y había varios invitados- y comenzó a recitar las bienaventuranzas, decidimos, sin más, internarlo. Ahora se ha percatado de mi presencia y me mira. En sus ojos hay lágrimas… «¿Por qué -me dice sollozando-, por qué conmigo se comporta así?». ¿Quién? «El» -me aclara, indicando con un gesto la imagen ¿Sabes? Es terrible tener que confesarlo y admitirlo, pero no puedo soportar más este peso, este secreto… Cuando me habla (su voz es un susurro) tartamudea… Sí, tartamudea. ¡júrame que no se lo dirás a nadie!».

Alonso Ibarrola
No se puede decir impunemente ‘Te quiero’ en Venecia.Visión Libros. 2010
http://www.alonsoibarrola.com/