2.205 – Seducción

pedro herrero  Era nuestra primera cita y quise llevarte a un restaurante suntuoso, de aquellos que no muestran los precios del menú en la puerta de entrada. En el vestíbulo tenían un Blüthner en buen estado de conservación. Estaba en un rincón, junto a un sofá Chester de piel marrón y una lámpara Art Déco, cuya luz sumía el lugar en una penumbra cálida, llena de complicidad. Yo sabía que si me sentaba a tocar cualquier cosa en aquel viejo piano (alguna fuga de Bach, un nocturno de Chopin) mientras esperábamos a que nos dieran mesa, tú caerías en mis brazos sin rechistar. Pero entonces te habría gustado por mis habilidades. Y yo quería que me quisieras por lo que soy, no por aquello que soy capaz de hacer. Por eso, cuando más tarde nos fuimos de allí sin pagar la cuenta, y aun así viniste conmigo, supe que era el hombre de tu vida.

Pedro Herrero
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