3.162 – La misma fecha

manuel moya   Fue la misma fecha en la que Pablo te dijo que si delatabas a aquellos polis verías su corazón ante tu puerta. La misma fecha en la que aparecieron los tipos con la moto y amenazaron con incendiar tu casa si seguías en tus trece. La misma fecha en la que yo te dije, chica, lo mejor es que te olvides de todo y te vengas conmigo y tú me respondiste, aguantaré, aguantaré, aunque sea lo último que haga en mi vida y yo te contesté casi en broma, no, si va a ser verdad que seré yo quien te mate. La misma fecha, ¿recuerdas?, y ya ves lo sutil y preciso que acaba siendo el destino.

Manuel Moya

3.158 – Amor y basura

carmela greciet2   Correr una vez más en medio de la noche al vertedero. Sumergirme hasta el cuello en la montaña hedion­da que emana gas y moscas. Buscarte y rebuscarte frenético y a tientas entre el caldo de grasas y vísceras podridas, de vinagre y de bilis, de orines y cebolla, de entrañas maceradas, de amoniaco, de sangre. Encontrarte indefensa y fetal y rescatarte. Cargarte a mis espaldas como un fardo humeante y, ya en casa, amor mío, limpiarte la carita y desamordazarte y regresarte y besarte y peinarte y amarte, amarte, amarte hasta que ya de hastío pueda odiarte. Hacer entonces, contigo, un fardo, vida mía, y arrojarte después a la basura, para de nuevo correr al vertedero, y una vez más, mi amor, poder salvarte, amarte, odiarte y arrojarte.

Carmela Greciet

3.156 – Oficios Navideños

fabian_vique4  Patricio siempre dice que el momento propicio para robar un banco es el 24 de diciembre a las doce de la noche, cuando el escándalo de los petardos disimula el estruendo de la molotov que hace añicos la caja fuerte.
Por lo general lo dice después de las doce, después del brindis con la familia, en el bar de siempre, con los amigos de toda la vida. Alguien le recuerda que es portero de escuela hace treinta años. Más a mi favor, dice, ¿quién va a sospechar de un portero de escuela?, y agrega nuevos detalles del golpe.

Fabián Vique

3.155 – El secuestrador

  alonso ibarrola  Estuvo vigilando a un hombre de negocios que lloraba porque sus familiares se negaban a pagar el rescate. Sabía que trataban de regatear aunque declaraban compungidos por las emisoras radiofónicas que estaban desolados. Luego, en casa, veían sus programas favoritos en la televisión. El secuestrado y él se tomaron mucho cariño. Jugaban a las cartas, al ajedrez y el secuestrado se ponía muy contento cuando ganaba. Luego, de repente, se acordaba de que estaba prisionero y se echaba a llorar. Al separarse —una vez pagado el rescate— se fundieron en un fuerte abrazo de despedida. Cuando meses más tarde detuvieron al secuestrador, el hombre de negocios se personó para su identificación, y exclamó: » ¡ Sí, es él!», al mismo tiempo que le propinaba una sonora bofetada ante los perplejos policías.

Alonso Ibarrola
No se puede decir impunemente ‘Te quiero’ en Venecia.Visión Libros. 2010
http://www.alonsoibarrola.com/

3.154 – Sapo y princesa III

ana maria shua   La princesa besa al sapo, que se transforma en príncipe, besa al príncipe, que se convierte en jofaina, besa a la jofaina, que se torna en petrel, besa al petrel, que cambia su forma por la de un heliotropo, besa al heliotropo que se vuelve espejo y es inútil y hasta peligroso que la princesa siga insistiendo en besar su propia imagen pero lo hace, de todos modos, complacida.

Ana María Shua
Cazadores de letras. Ed. Páginas de Espuma.2009