3.400 – Muriósele a uno su mujer…

   Muriósele a uno su mujer, con quien no había tenido, viviendo, un día de paz. Con todo esto, el día de su muerte, a gran priesa, hizo que un pintor la retratase. Algunos, que sabían lo mal que la quería, decían y extrañaban que al tiempo de la muerte la hubiese hecho retratar con tanta ternura y sentimiento. Oyólo uno y dijo:
—Hízola retratar en el día que mejor debió parecerle.

Juan de Arguijo
Cuentecillos para el viaje – Editorial Popular – 2011

3.399 – El mejor cobijo…

    El mejor cobijo lo he encontrado debajo de los árboles frondosos. Las cúpulas de las iglesias me aplastan, a las casas les falta ventilación, en los puentes la humedad te cala los huesos y adentrarse en las cuevas supone pactar con la negrura. Solo cerca de la corteza de un árbol presiento el acogimiento de las madres.

Mario Pérez Antolín
La más cruel de las certezas. Ed. Baile del Sol, 2013

3.398 – Al pie de la letra

   Aún hierven los susurros en mi oreja. Pide que la haga mía, que la bese toda, que le lama la piel sudada, que la muerda. «Estoy mojadita», dice, y me excito al oírla. Me ordena que la golpee, que la ahorque. En realidad, probamos de todo. «Cómeme», sentenció finalmente un día, ebria de placer. Así lo hice. La corté en pedazos y la hice mía en cada bocado.

Christian Solano