3.445 – La cigüeña

    Fiel al oficio secular, trabajadora todo el año, bajo el pico trae su viejo hatillo con un niño dentro, dormido, que a la vez bajo el brazo trae un pan. Un pan de yemas y boniato. Demasiado peso para ave tan nómada y torrontuda. Gran desgaste del espinazo, supones al vislumbrarla, como los arcoíris, lenta y cargada desde la rayita del horizonte. Pero las gratitudes que despierta esa supina abnegación de recadera menguan, y cómo, al descubrirse un buen día cuán cruel puede llegar a ser la cigüeña con sus propias crías más débiles: si una cigüeñita aún casi sin plumas no da oportunas señales de vitalidad, si se muestra apocada y remisa ante la comida, la mamá la echará fuera del nido con una seca patada, sin advertencias, desde lo alto del campanario. ¡Abusadora! Vamos a ver, qué carajo pasará por esa cabeza cuando rige a partes iguales la conducta de una buena comadrona y la de una mala madre.

Anelio Rodríguez Concepción
Mar de pirañas. Ed Menoscuarto. 2012