3.446 – De los defectos de la sabiduría excesiva

   Huang, discípulo del famoso Tse-Liu, le dijo así: «Maestro, tengo hambre». Éste contestó que él era maestro de sabiduría, no de cocina, y que además ésa era una manifestación indigna de un alma libre. Huang dijo entonces: «Maestro, mi alma es libre, pero mi estómago no se ha enterado de ello». A lo que Tse-Liu lo despidió considerando el desnivel que había alcanzado el diálogo. Con el corazón dolorido, pues apreciaba la buena enseñanza que hasta entonces recibiera, Huang partió a ganarse el pan. Al cabo de unos años había prosperado grandemente. Tenía dos casas, tres hijos, cuatro granjas y una multitud de parientes y animales. Una noche de invierno golpearon débilmente a la puerta de su casa. El propio Huang abrió e hizo entrar a quien así golpeaba, un hombre al parecer de edad, macilento y cubierto de harapos. El hombre no vaciló y dijo: «Soy Tse-Liu y he venido a recibir las enseñanzas que quieras impartirme».

Rodolfo Modern
El límite de la palabra. Ed. Menoscuarto – 2007