3.540 – Hijos y joyas

  Ada y yo estábamos profundamente enamorados. Yo un día le había dicho: «No joyas, sino hijos te daré». Ella se emocionó muchísimo. Al día siguiente me rogó le repitiera lo mismo. Y yo dije: «De ninguna manera joyas, cuestan mucho». Se enfadó. Nuestras relaciones terminaron cuando yo un día imaginé: «Tú, paralítica, en una silla de ruedas y yo siempre a tu lado». «No, no —decía ella—, no podría resistirlo. Te rogaría que me dejaras». La muy imbécil no supo darme una contestación satisfactoria a sus palabras, porque se echó a llorar. La dejé por egoísta.

Alonso Ibarrola
No se puede decir impunemente ‘Te quiero’ en Venecia.Visión Libros. 2010
http://www.alonsoibarrola.com/