3.069 – Telerrealidad

ajo_diz  Flérida es una castellana oronda, de ojos verde encina y piel cuarteada como la Tierra de Campos en agosto. Dos veces por semana, con los ojos suplicantes y voz cantarina, sacude en mi despacho las historias de cómo su marido perdió la pierna izquierda por la gangrena, de cómo ahora está algo mejor de la depresión, de que, ¡pobre!, ahora le van a cortar los dedos del pie derecho —otra vez la gangrena—, de cómo la rusa —que vino con su hijo y el bebé en la navidad de z000—empeora de la enfermedad de Krohn y una vez por semana la hospitalizan para darle no sé qué tratamiento. Esa rusa de manos suaves de princesa del Volga que no ha pegado palo al agua en su vida, blanca como la nieve de los Urales, ojos azules que tiritan y andar caliente.
Mientras pasea la fregona por el terrazo parduzco y esparce el polvo de carpetas y archivadores, desgrana con voz quejica cómo aquella noche navideña su hijo agarró la escopeta de caza y, de varios tiros certeros, casi liquida al dueño y una de las chicas del puticlub La Pasión en Las Veguillas; de cómo lleva más de cuatro años en la cárcel y le quedan tres; de cómo se volvería loco si no es por la rusa. Flérida acomoda el polvo sembrado con el impulso certero del plumero; la escucho absorta, con toses contenidas, buscando sobredosis de compasión entre legajos y papeles impacientes.

Ajo Diz
Futuro imperfecto.Clara Obligado Ed. lit.- 2012

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