3.474 – Reality

   El hijo que había desaparecido durante más de veinte años entró en el plató en medio de los aplausos del público, pero al descubrir a su madre enjugándose las lágrimas la fulminó con una mirada envenenada. De nada sirvieron las sonrisas de la presentadora ni esas teratológicas fotografías infantiles que avinagraron todavía más la expresión de repugnancia del hijo prófugo, asqueado de que todo el país lo viera cagando sobre su vieja bacinica de hipopótamo en pleno prime time.
– ¿Me vas a decir que no estás contento de ver a tu madre? –quiso saber la presentadora.
– No, porque yo me escapé de casa para no ver nunca más a esa señora.
El realizador colocó un primer plano de la madre sonándose la nariz mientras la melosa sintonía musical del programa endulzó todavía más la siguiente pregunta de la presentadora, quien impostó una voz de fingido reproche:
– Pero tú sabías en qué consistía mi programa y a pesar de todo has venido. ¿Nunca imaginaste que era tu madre la que quería encontrarte después de tantos años?
– Yo vine porque ustedes me pagaron muy bien, pero si hubiera sabido que se trataba de esta señora les habría pedido el doble.
De pronto la madre se arrodilló delante del hijo y se abrazó a sus rodillas gritando:
– ¡Perdóname, «Rambito»! ¡Regresa conmigo, Silvestre! ¡Nunca más volveré a prohibirte nada!
– ¡Déjame, cabrona! ¡Jamás te perdonaré! –rugió el hijo, mientras la audiencia discutía morbosa si «Rambito» era más imperdonable que Silvestre.
Entonces tronó la voz de pito de la presentadora:
– ¡Un momentito! Este programa es para dar una sorpresa, para que se cumplan los deseos de la gente y para reunir a personas que no se ven desde hace años. ¡Este no es un programa para pedir perdón! ¡Aquí nadie viene a pedir perdón! ¡Ese es otro programa! ¡De otra cadena! ¡Y lo presenta una chiquichanca que no tiene nada que ver conmigo! Así que fue-ra-de-mi-pro-gra-ma-pe-ro-ya.
Y entre las ovaciones incondicionales del público, madre e hijo salieron del plató al son de la empalagosa sintonía del programa

Fernando Iwasaki

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